Jackson devolvio la mirada al general.
- ?No quiero ponerme en posici?n de firmes, y puede usted irse al diablo! - dijo.
El general enarc? las cejas.
- ?Qu? es lo que pasa?
- Quiero salir de este gallinero.
- Ya le dije la semana pasada que he aprobado su traslado.
- No es eso lo que yo quiero decir.
- ?Qu? entonces?
- Yo no soy el coronel Jackson y usted no es el general Paine. Este puesto solo existe en mi mente, y deseo cambiar mi pensamiento.
El general suspir?.
- Est? bien Jackson; es su prerrogativa. ?Y qu? ser? esta vez? ?La Armada?
- Quiero dejar todo lo militar... actuar en lo civil, en algo agradable.
- N?mbrelo.

El doctor Jackson se quit? los guantes de goma y los tir? a una esquina. Miss Mayor, asombrosa a pesar de lo almidonada, fue por detr?s al doctor y rode? su pecho con sus maravillosos brazos, al par que oprim?a su mejilla contra su cuello.
- Eres famoso ya, Jack. Cuarenta y cuatro operaciones del cerebro en un mes... todas ellas delicadas y complicadas, y todas ellas logradas... ?Vaya marca que has establecido!
- ?Est? bien! ?Est? bien!
- ?Qu? pasa,Jackie? ?Es que he hecho algo?
- ?No!
- ?Por qu? gritas entonces? ?Oh! Deber?a haberme dado cuenta de que est?s cansado a m?s no poder. Despu?s de una operaci?n como esta ?ltima, cualquiera...
- ?No estoy cansado!
- ?Debes estarlo!
- ?C?mo puedo estar cansado sin haber hecho nada?
- No te comprendo...
- ?Al diablo si no!
- No me gusta, Jackie, que emplees palabras soeces.
- Entonces vete a esa esquina y convi?rtete en una mesa con un jarro de crisantemos encima.
- ?Qu? quieres decir?
Ella di? la vuelta en torno a ?l y le mir? con fijeza en los ojos. Al punto se convirti? en la m?s encantadora y m?s deseable mujer de la creaci?n.
- ?Qu? es lo que te ocurre, de todos modos? - pregunt? ella.
?l se mordi? el labio.
- Con un jarro de crisantemos - repiti?.
- ?Est?s seguro? - suspir? ella.
?l asinti?.